En la "Antigua Roma" las "mores" eran las reglas de la comunidad romana arcaica, las costumbres y usanzas que hacían del romano un civis (ciudadano) si las seguía con respeto, siendo ésta la mayor herencia dejada por los progenitores y a transmitir a los descendientes.
Tanta era la importancia de lo tradicional dentro del mundo romano que llegaron a utilizar la auctoritas maiorum para validar los avances sociales, el progreso.
[5] La observancia estricta de éste fue considerada como convencional, aunque en ocasiones, sin embargo, hubo ciertas desviaciones del cursus.
Cicerón logró la fama gracias a sus habilidades oratorias en calidad de defensor y fiscal en los tribunales.
Estas funciones tradicionales de la clase alta permitían asumir a sus miembros cierta responsabilidad pública.
La meritocracia, a pesar de ser despiadada, servía para hacer que solamente los ricos se pudieran permitir una carrera política.
El pueblo de Roma se reunía en asambleas legislativas para aprobar leyes y elegir a los magistrados ejecutivos.
El Senado logró la preponderancia en los asuntos políticos de Roma, mientras que los senadores presidían los tribunales.
[13] Sin embargo, la separación de poderes entre las tres ramas del gobierno no era absoluta.
[14] Una crisis constitucional comenzó en el año 133 a. C., como resultado de las luchas entre la aristocracia y la gente común.