Víctor fue el nombre asignado por su tutor oficial a un preadolescente salvaje encontrado en la región francesa de Aveyron en los últimos años del siglo XVIII.
Pero un joven médico recién doctorado, Jean Marc Gaspard Itard, al que le fue permitido asistir a estas sesiones, más optimista, propuso la elaboración y ejecución de un programa de tratamiento y educación del niño, lo que fue aceptado, proporcionándosele los medios públicos requeridos para realizarlo.
Algo bastante diferente, pues, del "buen salvaje" rousseauniano que el público de la época esperaba.
Su rostro, redondeado e infantiloide, presentaba marcas de haber sufrido la viruela y lo surcaban varias cicatrices.
Basada en esta historia, este proceso fue narrado en la película de François Truffaut L'Enfant Sauvage.
Pero un informe elaborado por alguien que vio a Víctor hacia 1815 no reseñaba ninguna mejora de su situación.
[2] Pero termina rechazando esta opción porque no encajaba con la concepción que se tenía del autismo en aquella década, en la que se defendía la ausencia de reacción a cualquier estímulo social como algo característico del trastorno.
Sin embargo, la hipótesis del autismo vuelve a surgir años después con más fuerza.