Fue anacoreta, monja benedictina y mártir, así como la primera mujer formalmente canonizada en la Iglesia católica.[2] Viborada se estableció en el monasterio, y le enseñó latín a su hermano Hatto para que pudiera cantar el Oficio Divino.En una peregrinación a Roma Hatto se decide por convertirse en monje de la abadía, una decisión que Viborada apoyaría.Aunque fue exonerada, la vergüenza influyó en su decisión siguiente: retirarse del mundo y convertirse en una asceta.[3] El abad Engilberto intentó convencer a Wilborada para que escapara también, pero ella insistió en quedarse para rezar por los habitantes de la ciudad.