Se dio cuenta de que los efectos gravitatorios debían propagarse a una velocidad finita.
En consecuencia intentó introducir esta velocidad de propagación en su teoría pero fracasó, ya que se dio cuenta de que eso daría lugar a contradicciones entre su teoría original y las observaciones astronómicas de ese momento.
Estas teorías fueron utilizadas para explicar el avance en el perihelio de Mercurio, pero no pudieron proporcionar los valores exactos.
Siguiendo el trabajo de Mossotti, Weber y Zöllner, asumió que la atracción entre partículas con cargas electromagnéticas opuestas es mayor que la repulsión entre partículas con cargas iguales.
La fuerza neta resultante es exactamente lo que se conoce como gravitación universal.
Lorentz llega a la siguiente conclusión: Laplace mostró en efecto que la propagación de la gravedad es en efecto instantánea o mucho más rápida que la luz.
Sin embargo, Laplace examinó la hipótesis de una velocidad finita de la propagación ceteris non mutatis; aquí, en cambio, esta hipótesis está conjugada con muchas otras, y puede ser que entre ellas una compensación más o menos perfecta ocurra.
Los campos gravitacionales están asociados a la curvatura del espacio tiempo.
La velocidad finita de las interacciones gravitacionales predichas por la relatividad general, parecen conllevar exactamente las mismas aberraciones que preocupaban a Newton.
Sin embargo, en la relatividad general (en forma similar a algunas de las teorías que se mencionan anteriormente) los efectos gravitomagnéticos terminan por cancelar los efectos aberrantes.
Sin embargo, éstas afirmaciones por lo general son contradichas por expertos en relatividad.