La sangre fluye por los capilares hacia venas microscópicas llamadas vénulas, que llevan la sangre hacia venas de calibre progresivamente mayor que finalmente devuelven la sangre al corazón.[1] EL flujo de sangre en los mamíferos nunca es continuo a través de los capilares, sino que ocurre de manera intermitente apareciendo y desapareciendo cada pocos segundos o minutos.La causa de esta intermitencia es el fenómeno conocido como vasomotilidad,[2] que no es más que la contracción intermitente de las metaarteriolas y esfínteres precapilares (y, a veces, incluso también de las arteriolas muy pequeñas).[3] Sin embargo, este flujo intermitente desde el corazón se convierte en flujo continuo a través de los capilares, porque las arterias son elásticas.[2] A pesar de que el flujo sanguíneo a través de cada capilar es intermitente, hay tantos capilares en los tejidos que su función global termina por ser superada.