Se integró al Cineclub Gente de Cine, que por la década del cuarenta integraban críticos como Carlos Burone, Rolando Fustiñana (Roland), Salvador Sammaritano y Edmundo Eichelbaum.
Así, entre dibujos, cantos y plastilinas, fue elaborando su idea de cine clubes infantiles, con filmes pensadas para los chicos, y funciones donde estos se sintieran realmente contenidos, gracias a un ambiente cordial, con recursos tales como reemplazar la oscuridad completa por la penumbra, convertir la sala en un barco pirata, poner a todos los chicos a soplar al mismo tiempo para probar cuánto aire cabe en los pulmones.
Así en Buenos Aires y alrededores surgieron, algunos en barrios residenciales y otros en villas miserias de Quilmes y Solano, El duendecito, La casita, Pla Pla, Platero, Mamarracho, Miranda y Mirón, Casimira, Muni Muni, El Principito en la Biblioteca Mariano Moreno de Bernal, e incluso hubo cineclubes para niños con discapacidades, y pudieron ver cine cientos de niños de todo el país que, en la mayor parte de los casos, nunca habían ido a una sala cinematográfica.
Estuvo en TV desde La luna de Canela (programa cultural dedicado a los niños) con Canela, hasta Cine Club Infantil que hizo durante tres años (fines de los años '70) con Mario Grasso por Canal 13 y Taller del sol por el mismo canal (1984).
En 1990 estuvo de asesor junto a Paraná Sendrós en el programa Caloi en su tinta que se transmitía por ATC basado en proyecciones de cortos con comentarios del célebre humorista gráfico Caloi donde programaba emisiones para chicos.
Privilegiaba películas en las que la creación artística pura se demostraba tan posible como en la pintura o en la literatura, es decir, prescindente de los condicionamientos industriales y comerciales.
Su familia donó los filmes de su cinemateca personal a la Filmoteca Buenos Aires.