Constituye probablemente la obra más notable de la pintora que destaca por su innovación y por representar el vanguardismo en el arte español en el primer tercio del siglo XX.
La obra fue uno de los primeros cuadros pintados por una jovencísima Ángeles Santos, que entonces tenía apenas dieciocho años.
Sobre la gestación posterior del cuadro, decía: El cuadro causó una gran sensación desde que fue expuesto, primero en Valladolid y después en Madrid, por su carácter novedoso e innovador y por el hecho de haber sido realizada por una pintora muy novel, sin conexión con las tendencias artísticas de la época en Europa.
Juan Ramón Jiménez En la parte inferior derecha del lienzo, aparece lo que sería realmente otro mundo más mágico y misterioso, en el que unas extraterrestres, con un cuerpo con un armazón de alambre, sin pelo y sin orejas acunan a sus hijas al son de la música.
La obra fue sometida a una intervención entre 1986 y 1987, por Soledad Urabayen con la colaboración de la propia pintora, momento en que Ángeles Santos repintó algunas partes deterioradas.