[1] En esa misma década empezaron a surgir las primeras organizaciones que tenían como objetivo programático la denuncia de los impactos del turismo, como la asociación suiza Arbeitskreis Tourismus & Entwicklung (AKTE),[2] y la generación de propuestas para contrarrestarlos, como las planteadas por Jost Krippendorf.
[3] Actualmente, la denominación Turismo Responsable se utiliza para definir diversas propuestas dirigidas a enfrentar los impactos negativos de la actividad turística.
Esta concepción busca aprovechar el desarrollo, desde la década de 1980, del turismo post-fordista, que se caracteriza por la creación de propuestas turísticas heterogéneas, segmentadas y menos estandartizadas, a diferencia del turismo fordista determinado por la producción turística masificada siguiendo un mismo patrón.
[19] Quienes defienden este instrumento consideran que la certificación puede mejorar las posibilidades comerciales de estos productos turísticos al incrementar la confianza del posible consumidor, proteger el patrimonio cultural y natural, o favorecer el cambio en las práctica empresarial a favor de modelos más sostenibles.
[20] Incluso investigadores que impulsaron inicialmente la certificación, como Xavier Font del International Center for Responsible Tourism, posteriormente empezaron a plantear dudas sobre su aplicabilidad y eficiencia.
Otros factores, como el impacto sobre las diferencias socioeconómicas y la distribución de los beneficios, son considerados temas secundarios.