Tributo de las cien vírgenes

Apareció siglos después de su supuesta fecha, para estimular la resistencia cristiana en su lucha contra la invasión islámica.

[3]​[4]​[5]​ La primera referencia se encuentra en el llamado Privilegio de los votos, un documento urdido entre 1160 y 1175 por el cardenal compostelano Pedro Marcio para justificar ciertos privilegios que el rey Ramiro I supuestamente habría concedido a la iglesia compostelana en agradecimiento a la intervención del apóstol Santiago en su victoria frente a los sarracenos en la batalla de Clavijo ocurrida en el 844.

En el año 783, Mauregato toma el trono asturiano con la ayuda de Abderramán I, con quien se compromete al pago del tributo de las cien doncellas (vírgenes) por su colaboración.

El rey Bermudo I el Diácono, su sucesor, quiere acabar con el tributo, sustituyéndolo por un pago en dinero.

A Bermudo le sucede Alfonso II el Casto (791–842), quien rechaza también el tributo en dinero, y entra en batalla con los moros para evitar su pago, venciendo en la batalla de Lutos y matando al capitán moro Mugait, con lo que consigue su propósito.