De este modo el concepto era una aproximación polaca al término del latín antiguo poeta vates, que señalaba a un poeta a quien los dioses le habían otorgado la gracia de ver el futuro.
Sea como sea, con la llegada del Romanticismo en el siglo XIX, el término comenzó a exclusivizarse para denominar a Adam Mickiewicz, Juliusz Słowacki y Zygmunt Krasiński.
También emplearon a menudo la tradición del folclore local, que de algún modo conectó el término wieszcz con el folclórico “wisemen (hombre sabio)”, frecuentemente hallado en leyendas y cuentos.
Los críticos literarios modernos frecuentemente se muestran escépticos con el valor de la obra de Krasiński y consideran a Norwid como tercero, y no como cuarto Bardo.
También hay críticos del periodo entre las Guerras Mundiales que disputan la posición de cuarto Bardo a Stanisław Wyspiański.