Lo firmaron en San Stefano (griego: Ayastefanos, actualmente Yeşilköy), población situada al oeste de Estambul, el conde Nikolái Ignátiev y Aleksandr Nelídov por parte del Imperio ruso, y el ministro de Asuntos Exteriores Safvet Pachá y el embajador en Alemania Sadullah Bey por parte del Imperio otomano.
En 1859 Serbia se rebelaba contra los turcos, rebelión seguida poco después por Montenegro (que llegó a declararse independiente) y Bosnia y Herzegovina (que se habían unido a Serbia).
[1] El tratado reorganizaba las antiguas posesiones balcánicas del Imperio otomano, entre otras disposiciones.
[3][1][4] Según el tratado, dictado por Rusia al derrotado Imperio otomano en marzo de 1878, la nueva Bulgaria recibiría aproximadamente un tercio de todo el territorio peninsular, con unas fronteras aproximadamente iguales a las del exarcado búlgaro establecido a regañadientes por Constantinopla en 1870.
El Reino Unido y el Imperio austrohúngaro se opusieron a este tratado que daba alas al nacionalismo eslavo al temer que Bulgaria se convirtiera en un satélite de Rusia y una amenaza para el Imperio otomano.