Dinamarca-Noruega y el Imperio sueco para poner fin a la guerra de Escania.
La guerra había comenzado cuando Suecia, instigada por Francia, atacó a Brandeburgo-Prusia.
Las negociaciones dano-suecas en Lund continuaron pese al tratado firmado en Francia, y el tratado que finalmente pactaron las dos partes no solo confirmó y detalló los términos del de Fontainebleau, sino que también incluyó una alianza secreta, debida principalmente a Gyllenstierna.
Esta, frágil desde el principio, se rompió al año siguiente tras la muerte de su instigador.
[5] Esta maniobra, llevada a cabo con cierta desgana por los suecos, sirvió, empero, pera que los brandeburgueses tuviesen que retirar su ejército principal de la frontera francesa para afrontar la agresión sueca.
[8] A continuación, los ejércitos daneses saquearon Wismar y Bremen-Verden, posesiones suecas en el Sacro Imperio, participaron en la campaña brandeburguesa en la Pomerania Sueca y emprendieron una ofensiva naval que dos años más tarde puso fin a la supremacía sueca en el Báltico merced a la victoria en el batalla de Køge.
[9] Privada de sus aliados, Dinamarca no tuvo más remedio que aprestarse también a negociar la paz.
[12] El margen de maniobra de los plenipotenciarios era limitado, ya que Luis XIV había decretado en agosto que el acuerdo debía suponer la «restitución total» del territorio sueco.
[18] Gyllenstierna había llegado al poder durante la guerra y en 1679 controlaba la política exterior de Suecia[19] |hasta el punto de que Carlos XI le había dado carta blanca para negociar el tratado.
[19] También se concertó una alianza defensiva, esta sí incluida en los artículos públicos del tratado.