Por el tratado, los nuevos reyes de Georgia debían recibir la confirmación e investidura del zar.Dado el historial de invasiones sobre Georgia provenientes del sur, la alianza con Rusia pudo haber sido vista como la única manera de disuadir o resistir la agresión persa u otomana, estableciendo además un vínculo con Europa occidental.[1] En el pasado, los reyes de Georgia no sólo habían aceptado la dominación formal por parte de los emperadores turcos y persas, sino que ocasionalmente se habían incluso convertido al Islam, así que este nuevo pacto con una potencia extranjera no estaba fuera de la tradición georgiana.[2] El artículo III creaba una ceremonia de investidura en la que los reyes georgianos, tras jurar fidelidad a los emperadores rusos, recibían la regalía real.El nuevo zar Pablo I movilizó a los ejércitos hacia otros objetivos estratégicos.El shahanshah persa contemplaba la posibilidad de expulsar a la población cristiana de Georgia y Armenia orientales, lanzando una campaña desde Karabaj, pero sus planes resultaron frustrados, no por la resistencia rusa, sino por un asesino persa en 1797.En 1948, Vladímir Kirílovich Románov (1917-1992), pretendiente al trono de Rusia, se casó con la princesa Leónida Gueórguiyevna Bagratión-Mujránskaya (n. 1914), descendiente del Mujranbatoni que negoció el tratado de 1783, y perteneciente por tanto a la Casa Real Bagrationi.Los contrarios a esta sucesión, afirman que la casa bagrátida ya no es real por haber sido relegada al grado principesco (kniaz) de la nobleza rusa.