La trífora suele aparecer en torres y campanarios, en los últimos pisos, donde es necesario aligerar la estructura con aberturas amplias.
El espacio entre los arcos suele estar decorado con un escudo o una abertura circular.
Menos popular que la ventana bífora (con parteluz), la trífora fue, sin embargo, muy utilizada en la arquitectura románica, la gótica y la renacentista.
Más tarde este tipo de ventana cayó en desuso, volviendo a estar en boga en el siglo XIX, en el periodo del eclecticismo y el redescubrimiento de los estilos antiguos: Neogótico, Neorrenacimiento, etc.
En comparación con la ventana con parteluz, la trífora se utilizaba generalmente para aberturas más grandes y ornamentadas.