Tony Rominger, reciente vencedor del Giro de Italia 1995, volvía a encontrarse entre sus más directos rivales.
Además del jefe de filas, Berzin, había otros corredores importantes en aquella escuadra, como Bjarne Riis e Ivan Gotti.
Alex Zülle, que había perdido casi cuatro minutos en la contrarreloj del día anterior, quiso desquitarse en la primera llegada en alto de aquel Tour, en La Plagne.
Rominger, que perdía cuatro minutos respecto de Induráin, también veía, una vez más, truncadas sus esperanzas.
Peor parado salía el italiano Fabio Casartelli, que yacía inconsciente en la calzada tras un fuerte impacto.
Dos días después, en Limoges, Lance Armstrong conseguía una emotiva victoria de etapa que dedicaría también a su difunto compañero.
La penúltima etapa, una contrarreloj individual de 46 km, no sería en esta ocasión decisiva, pues al acabar el día, las posiciones entre los mejores quedaron igual.