La construcción del fuerte se inició en 1875 por orden del general Manuel de Salamanca Negrete debido a la necesidad defensiva de la población ante las Guerras Carlistas.
Desde sus cubiertas se trasmitían señales con fuego, espejos o banderas entre los diferentes fortines, comunicando extensos territorios entre Zaragoza, el Maestrazgo y Castellón.
Aunque fuera erigido por el ejército, el edificio goza de un aspecto sugerente, revelando cierta intencionalidad artística dentro del marco de la ingeniería puramente militar.
Proyectado y construido con medidas exactas —es de planta rectangular de doce por ocho metros—, la época romántica en que fue construido se deja notar; sus almenas están esquinadas y perfiladas como palaciegas, y posee unos baluartes curvos en los lados que forman en planta un trébol de cuatro hojas.
El interior del edificio es evocador y armonioso pese al reducido espacio.