Levantada en la actual plaza de San Felipe, constituyó el primer gran edificio construido en la ciudad durante el siglo XVI.
Se empezó a derribar en 1892 por decisión del Ayuntamiento de Zaragoza.
La torre empezó a inclinarse poco tiempo después de su construcción, posiblemente debido a las prisas en construir los cimientos y el primer cuerpo: la parte sur de la torre fraguó más rápidamente que la parte norte, lo que causó una diferencia en las tensiones de ambos lados que inclinaría la torre.
[1] Su inclinación o desviación respecto a la vertical era de casi tres metros.
En 1892 el ayuntamiento decidió demolerla, justificando la decisión por la inclinación y la presunta ruina de la obra.
Durante los años noventa, del siglo XX, se construyó un primer monumento conmemorativo en el lugar en el que había estado la torre.