El tormento del agua, toca o cura de agua es una modalidad de tortura que consiste en atar al prisionero a una escalera inclinada o a un bastidor, con la cabeza más baja que los pies, introducirle un paño (o toca) en la boca y a continuación y lentamente echarle con un cántaro, agua que debía tragar hasta que reventara.
[1][2] Fue uno de los tres procedimientos de tortura más empleados por la Inquisición española junto con la «garrucha» y el «potro».
Según las Instrucciones que debían cumplir los inquisidores —debían estar presentes en la sesión de tortura junto con el escribano forense y el verdugo— no se podían administrar a un prisionero más de ocho cántaros en una misma sesión.
Con este método de tortura no se incumplía una de las "reglas" de la tortura inquisitorial: que se derramara sangre o se mutilara al acusado.
[2] Según un tratadista castellano del siglo XVII el tormento de la toca consistía en "meter al reo una toca por el gaznate... y con ella para que entre en el cuerpo, le echan algunos cuartillos de agua".