De avanzada vocación artística, trabajó en el taller del platero José Pomar y asistió a la Escuela de Bellas Artes de la Escuela de la Lonja (1850), donde tuvo como maestros a los artistas nazarenos Claudio Lorenzale y Pablo Milá Fontanals hizo buena amistad con varios condiscípulos: Mariano Fortuny, Jerónimo Suñol, Ramón Tusquets y José Tapiró y Baró.
Asistió a las clases de la Academia Giggi, pero en sus momentos de ocio recorría toda la ciudad y sus alrededores, muy interesado por la temática popular, tomó magníficos apuntes del barrio del Trastevere y de localidades cercanas a Roma, como Castelgandolfo y Ostia, que luego trasladó a cuadros realizados al óleo y en acuarelas, que vendió a los marchantes de París y Londres.
El 1864 vuelve provisionalmente a Barcelona, donde hace su primera exposición en el taller de Pomar.
En aquella época se dedica a la temática costumbrista catalana con obras como Font safareig de Guissona o Celler català, que recibieron una favorable acogida, al tiempo que realizaba estudios y apuntes en lápiz y retratos, algunos en miniatura.
Sus acuarelas consiguen una gran fama, son piezas delicadas y bellas como Besamans als cardenals per Any Nou.