Una tierra pura es el reino celestial de un buda o bodhisattva en el budismo mahayana.
Las dos últimas son tierras puras (en chino 淨土, Jìngtǔ) resultantes de sus realizaciones y que manifiestan sus cualidades; quienes tienen afinidad con ellas renacen allí.
En su concepto suelen ser similares a los Arūpalokas (los planos inmateriales en el Budismo Theravada), pero aunque comparten ciertas características espirituales y son estados superiores de existencia donde se experimenta gran paz, tienen diferencias fundamentales en su naturaleza y propósito.
[3][4][5] Bodhisattvas como Avalokiteshvara o Manjushri obtendrían tierras puras una vez alcancen la budeidad.
Se ha documentado que las tierras puras surgen gracias a la aspiración e intención de un bodhisattva, como en el caso de Amitābha, pero otros discursos han codificado que están entrelazadas con la teoría del saṃbhogakāya y se entiende que se manifiestan sin esfuerzo y espontáneamente gracias a otras actividades de un Buda y a las cualidades puras y los misterios del trikaya.
Los cinco rasgos de la Budeidad (los atributos del Sambhogakāya) juegan un rol: maestro perfecto, enseñanza, séquito, lugar y tiempo.
Es seminal en el establecimiento de los mandalas que rigen las dimensiones externas, internas o secretas.
En la iconografía se le representa por la estrella de seis puntas, los dos triángulos equiláteros entrelazados que forman una simetría.
Más tarde se convirtió en la pureza primordial del loto que sostiene los mandala, el thangka o el murti de la deidad.
Existen muchos textos budistas antiguos y recientes que reportan acerca la condición de sus creyentes moribundos.
[15][16][17][18] Algunas enseñanzas controvertidas afirman que los sucesores de Amitabha en Sukhāvatī serían Avalokiteśvara y Mahāsthāmaprāpta.