Su capital fue primero Otranto, la ciudad del Canal, pero ya a finales del siglo XII asumieron una importancia considerable los varios circondari administrativos en los que se organizó el territorio, entre los que destacaron la Condado de Lecce y el Principado de Tarento.
Otranto perdía así su antiguo papel político de centro bizantino, pero conservaba su prestigio arzobispal.
A Lecce le sucedía lo contrario: centro administrativo cada vez más importante, situado en el centro geográfico del Salento, pero con diócesis sufragánea de la de Otranto.
La provincia se subdividía en sucesivos niveles administrativos dependientes jerárquicamente del precedente.
Los Borbones mantuvieron sustancialmente la disposición napoleónica, limitándose a aportar alguna variación territorial de los circondari, instituir nuevos municipios y degradar otros al rango de villaggi sin autonomía administrativa.