Su autor es Daniel Materson, mientras que Sayaka Funada-Classen colaboró con la investigación relacionada con el idioma japonés.
[6] El primer capítulo trata sobre la inmigración temprana de japoneses a los Estados Unidos, Canadá y Hawái.
[7] El segundo capítulo analiza la sociedad japonesa del siglo XIX, incluyendo la era Meiji y más allá, hasta la firma del acuerdo de caballeros entre Estados Unidos y Japón, que restringió la inmigración japonesa.
Takenaka indicó al respecto que «no estaba claro si se realizó o en qué medida se llevó a cabo una extensa investigación de campo, sobre todo porque la obra no brinda una descripción detallada de los métodos usados por el autor».
[5] El gobierno de Estados Unidos en ningún momento otorgó pagos de reparación a los peruanos étnicamente japoneses ni tampoco hizo una apología oficial sobre estos viviendo en Estados Unidos, y esta es la otra razón por la que Lesser consideró que poner el foco en Perú fue una «decisión inteligente».
[4] Takenaka describió al objeto de estudio como «una historia en gran medida desconocida».
[11] El capítulo incluye información sobre los asentamientos de japoneses posteriores a la Segunda Guerra Mundial en Argentina, Bolivia y Paraguay.
[11] El octavo capítulo analiza la segunda y tercera generación de la diáspora japonesa,[10] llamados nikkei-jin (日系人, 'nikkei-jin'?
El capítulo noveno habla sobre las comunidades japonesas de hoy en día en América Latina.
[1] Ella escribió que «en particular, la amplia cobertura geográfica e histórica del libro y su extenso uso de las fuentes lo hace una herramienta útil para los investigadores principiantes».
[1] Tsuda escribió que el libro es «muy impresionante en su alcance geográfico e histórico, pero en cierta medida sigue careciendo de un análisis y una explicación comparativa más penetrante.