Terremoto de Managua de 1931

Managua, convulsa siempre por los pequeños temblores que siguieron después del terremoto, era solo un lamento entre las ruinas, en las calles desoladas y en el ambiente trágico.

También, la Penitenciaría Nacional (ubicada donde hoy es el Estadio Stanley Cayasso), donde murieron centenares de reos y alienados.

Los mejores edificios del radio central y el que no se derrumbó en la ciudad, quedó averiado.

Más tarde el Gobierno del general Moncada se trasladó temporalmente a la ciudad de Masaya, que por algunos días fue la capital.

Luisa Toval, Elsa Anzoátegui de Mejía, Eugenia Torres, señorita María Leticia Abea, Alicia Alemán.

Ana Castillo, Sinforoso Saénz R, Petronila Aguilar, niño Enrique Elizondo, Josefa de Rodríguez.

Ana Rosa García, señorita María Arce, Josefa Bermúdez de Cuadra, niña Telma Leal, Isabel Picado.

Reyes, Juana Rivera, Sor Conchita (Superiora del Hospital General), Francisca de Castillo.

En la Penitenciaría murieron el mayor del cuerpo de Marinos, Dr. Hugo Baske, el teniente Jaime F. Diekey, 24 soldados y casi todos los reos.

Algunos por el estado lastimoso en que quedaron, sin identificar, se les llevó a la fosa común.

Rosario Robleto, Francisco Meléndez, Rosa Palacios, Juana Méndez, María Fonseca que ya había salido del mercado pero regreso a buscar unos documentos, cuando le cayo una viga.

Matilde y el niño Salomón murieron en el mercado Central; cuando comenzó el terremoto, Matilde corrió con el niño en brazos hacia el fondo del mercado en vez de la parte frontal que estaba más cerca y lamentablemente una de las paredes les atrapó hasta la mitad del cuerpo donde murieron por múltiples fracturas.

Muchos edificios y casas de taquezal que sobrevivieron al sismo quedaron en pie, pero les repararon las paredes, dejando ocultas las lesiones en sus bases razón por la cual 41 años, 8 meses y 22 días después cayeron en el terremoto de 1972.

Las hermanas Repúblicas de Centroamérica inmediatamente después del terremoto enviaron los primeros socorros por la vía aérea, consistentes en alimentos, medicinas y dinero.

Hogares enlutados, riquezas destruidas, quemado el Archivo Nacional donde existía toda la documentación histórica de Nicaragua.

[7]​ A raíz del terremoto aterrizó en Managua, manejando su propio avión, el millonario norteamericano Will Rogers, quién obsequió cinco mil dólares para los damnificados; este rasgo humanitario del filántropo yankee, causó honda sensación y el gobierno, agradecido, puso su retrato en las estampillas de correo.

A la Misión salvadoreña debe Nicaragua que las comunicaciones con Managua no hayan sido interrumpidas por un tiempo indefinido, pues éstas fueron restablecidas con gran rapidez.

Inocente Moreira, nicaragüense; Dr. Onofre Villalobos y Elías Calderón, Francisco Bonilla, Manfredo Pentzke, José Emilio Bolaños, Ernesto Oviedo, Luis Esquivel, Juan M. Morales, Cornelio Vargas, Ernesto Lacayo, Gilberto Tercero y Ramón M. Padilla.

Todas estas misiones prestaron valiosos servicios tanto en la capital como en otras ciudades donde se encontraban refugiados los damnificados.

Creyó el pobre hombre que ya había llegado a su última hora al ver que las paredes del pozo se bambaleaban y gritó desesperadamente; pero en vano, nadie estaba en ánimo de extraerlo de aquella profundidad.

La opinión del pueblo granadino, inspirándose en la pastoral episcopal, opinaba que "la capital no podía estar en un sitio maldito".

Ruinas de Managua después del terremoto