A su muerte dejó 103 asilos en España y América.
Su hermana Josefa fue Hija de la Caridad en el hospital de La Habana; su hermana María se incorporó con ella a la nueva orden religiosa; su hermano Juan, casado, dio tres hijas a la misma congregación; su tía Rosa, hermana de su madre, murió en olor de santidad y su tío abuelo el beato Francisco Palau, fue fraile carmelita exclaustrado, apóstol, orador, escritor y penitente.
Pero la situación política de la segunda mitad del siglo XIX le no permitió la emisión de votos, por lo que ingresó como carmelita terciaria y se dedicó a la enseñanza.
Antes de fallecer en Liria el 26 de agosto de 1897, dejó dicho y escrito que no quería canonizaciones dentro de la orden si con el paso del tiempo hubiera Hermanitas canonizables, indicó que no deseaba que se gastara dinero y recursos en proponer la subida a los altares de nadie.
Por ello su proceso de beatificación se alargó tanto en el tiempo que, luego, resultó tan rápido debido a la sensibilidad del pueblo y a las manifestaciones sobrenaturales frecuentes.