Como su nombre indica, el tercio estaba repartido por Cerdeña en compañías en las siguientes localidades: Sin embargo, no solo estuvo en el ámbito italiano.
Desbaratado el tercio, los soldados huyeron del campo de batalla y buscaron refugio en casas y aldeas, donde los habitantes de ellas los asesinaron a sangre fría.
En julio de 1568 tras la batalla de Jemmingen, el ejército del rey reconquista Heiligerlee (Oldambt), y los supervivientes de aquel macabro día decidieron dar un escarmiento a aquellos habitantes que habían matado a sus camaradas y compañeros: quemaron aldeas y mataron a sus habitantes, y los capitanes del tercio no movieron un solo dedo para frenar todo aquello, pues creían que estaban haciendo justicia vengándose.
El duque de Alba se alarmó al ver las columnas de humo de aquellas aldeas y casas incendiadas y envió al barrachel, que funcionaba como jefe de la policía militar del tercio, para que ejecutara a todo soldado que había producido los incendios.
Tantos eran los soldados implicados, que cuando el barrachel le dio las noticias, el duque de Alba decidió disolver el tercio.