Terapia larval

Esta variante de la terapia es más aceptada por los pacientes y personal sanitario.Por ejemplo, los mayas en el siglo XVI empleaban paños que previamente se habían humedecido en sangre de animales y posteriormente puestos a secar al sol para que se poblaran de larvas.Cuando las larvas fueron retiradas «no había prácticamente hueso expuesto a la vista y la estructura interna del hueso herido se encontraba tan bien como las piezas circundantes que fueron cubiertas enteramente con una capa del tejido rosado y fino, más hermoso de lo que uno podría imaginar».[6]​[1]​ La compañía farmacéutica Lederle produjo un gran comercio con los «gusanos quirúrgicos», las larvas de Phaenicia sericata, un insecto necrófago facultativo que consume solamente el tejido fino necrótico.[6]​ En la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los médicos destacados en Birmania observaron cómo los nativos hacían un uso tradicional de las larvas sobre las heridas, cubriéndolas con barro y hierbas húmedas.La especie terapéutica utilizada, tras valorar otras, fue Phaenicia sericata, la más empleada hasta el momento.Actualmente, el número de centros que aplican esta terapia probablemente excede los 10 000.[12]​ Las larvas realizan esta tarea sobre las lesiones porque poseen una digestión externa, lo que significa que secretan jugos digestivos con enzimas proteolíticas a su medio externo para posteriormente absorber el producto así logrado.[3]​ Aunque el proceso de desbridamiento es más rápido que con otros métodos, como el hidrogel, la ventaja en cuanto a coste-eficacia no está muy clara, aunque podría ser algo superior[12]​ Las larvas limitan o eliminan la carga bacteriana de las heridas mediante una acción mecánica y por proteínas específicas (defensinas y seraticinas), así como por las propias enzimas digestivas.Por otra parte, tanto los patógenos como sus toxinas son lavadas por las grandes cantidades de fluido generadas.Algunos estudios muestran que las larvas pueden aprovechar las sustancias sintetizadas por ciertas bacterias en su propio beneficio.[13]​ Desde las primeras observaciones se comprobó que las heridas tratadas con larvas mejoraban con mayor rapidez, con una pronta aparición de tejido granulado.
Ambroise Paré , padre de la cirugía moderna, describió cómo las heridas de soldados infestados de larvas sanaban con mayor rapidez.