Teoría de las ventanas rotas

En respuesta, James Q. Wilson y George Kelling han escrito que la teoría de la ventanas rotas no debe ser tratada como "tolerancia cero" o "con fanatismo", sino como un método que requiere "una cuidadosa formación, directrices y supervisión" y una relación positiva con las comunidades, vinculándola así a la policía comunitaria.

Repara las ventanas rotas en un período corto, digamos un día o una semana, y la tendencia es que será menos probable que los vándalos rompan más ventanas o hagan más daños.

Giuliani hizo que la policía fuera más estricta con las evasiones de pasaje en el metro, detuvo a los que bebían y orinaban en la vía pública y a los "limpia parabrisas" que limpiaban los vidrios de los coches y demandaban remuneración por el servicio.

Este programa fue extensamente revisado por NHTSA y se publicó un estudio.

Se logró reducir la delincuencia, pero también hubo muchas críticas por la persecución de ciertos grupos de personas, como los inmigrantes ilegales que encontraban en la venta callejera su único medio para subsistir.

Además, se plantea que no es una solución en sí misma ya que crea más problemas al introducir estas infracciones en las ordenanzas municipales y puede afectar negativamente a la convivencia.

Argumenta Wacquant que la "tolerancia cero" no se aplica contra los delitos informáticos o económicos (cometidos por individuos pertenecientes a clases pudientes), sino que sirve para criminalizar y restringir los derechos legales de los ciudadanos más pobres de la ciudad, representativo de lo cual son prácticas como el "stop and catch" que da el privilegio a la policía de requisar y detener a quien desee, basado muchas veces en estereotipos raciales o de clase.

En el libro Más Armas, Menos Crimen (University of Chicago Press, 2000), el economista John Lott, Jr.

[16]​ La teoría de las ventanas rotas sugeriría que estos inquilinos cometerían menos crímenes en su nueva ubicación, debido a las condiciones más estables en las calles.

Harcourt y Ludwig encontraron en cambio que los inquilinos continuaron cometiendo el mismo número de crímenes.

En un estudio posterior, en 2007, llamado "Reefer Madness" en la revista Criminología y Política Pública, Harcourt y Ludwig encontraron más evidencia confirmando que la reversión promedial explica de manera completa los cambios en las tasas de criminalidad en los diferentes precintos de Nueva York durante 1990.

Ventana Rota