Teopempo y Teonas

En la prima vigilia se encaminó a los aposentos de Daciano logrando introducirse en su casa aunque estaban todos los cerrojos bien echados.

Teopompo, susurró unas palabritas en la aurícula del bóvido, y el animal se fragmentó en porciones diminutas.

Éste ingirió la bebida ponzoñosa sin que afectara en absoluto a su salud.

No acabaron en ese punto los infortunios de Teopompo ya que Daciano no cejó en sus torturas y, sacándole de la cárcel, mandó colocarle en el suelo, hacia arriba la cara, amarradas las manos y trabados los pies; después ordenó que un pedrusco, que a duras penas ocho hombres podían levantar, le fuera lanzado sobre su estómago.

Tras contemplar este nuevo milagro, ordenó Daciano que lo tirasen desde la cumbre de un escarpado otero, los pies hacia arriba y la cabeza hacia abajo, con un gran pedrusco atado a su pescuezo.

El culto a ambos mártires se extendió tanto por Oriente como por Occidente ya desde antiguo.

Estos santos reciben también culto en la ciudad alemana de Radolfzell donde también se conservan reliquias, no se sabe si llegaron allí como producto de un robo por parte tropas germánicas invasoras o como producto intercambio entre parroquias, algo muy habitual en la Edad Media.