[1] Trasladado a los once años de edad con su familia a Madrid, trabajó en un café restaurante al que concurrían pintores como Bagaría, Ochoa, Pérez Duría, Rafael de Penagos padre y otros muchos, con los que trabó conocimiento, recibiendo especial estímulo de Enrique Ochoa.
Vuelto a Madrid, obtuvo cuatro primeros premios por los carteles realizados en años consecutivos para las ferias de San Isidro.
Durante la Guerra Civil Española tuvo una destacada intervención en el cartelismo del bando sublevado, junto con otros ilustradores (Carlos Sáenz de Tejada, Juan Antonio Acha, Jesús Olasagasti, etc.), algunos de los cuales continuaron su obra en la revista Vértice durante la posguerra.
Durante sus últimos años, dedicado por entero a la pintura, realizó numerosas exposiciones, preferentemente en Madrid, Barcelona y Bilbao.
Definía su arte como rabiosamente conservador, si bien aceptó todas las técnicas nuevas porque, según manifestó,