Fue abadesa del monasterio de Santa Anastasia en Rossano, Calabria.
[5] Nilo de Rossano nombró a Teodora, abadesa del nuevo cenobio.
[2][6] Como monja fue célebre en su región por su devoción, austeridad y virtud, hasta el punto de que otras jóvenes la tomaban como ejemplo.
En el oratorio, los ascetas hacían rezos comunitarios, meditación, cantos corales y, sobre todo, lectura de textos sagrados.
[7][8] En este oratorio fue donde Teodora ejerció con prudencia[5] como abadesa y maestra de la vida monástica hasta su muerte.