Se empezaba precisamente por el de Seti I. Seti I construyó este templo al final de su reinado y lo consagró a Amón-Ra y al culto de su padre, Ramsés I, que no tuvo tiempo de construir su propio templo conmemorativo, dedicándole una capilla, que no pudo ver terminada.
Completaría además la típica triple estructura del templo, con un gran muro y dos pilonos de ladrillo que delimitarían dos patios abiertos.
En el primer patio se encontraba el palacio ritual del rey, una estructura que serviría de modelo para otros templos construidos posteriormente.
En el caso de un rey difunto, se materializaría y participaría en las grandes fiestas en el salón del trono, donde estaba representado por su estatua.
En la parte final de la zona central del templo está situada la sala hipóstila, decorada con seis columnas papiriformes fasciculadas y tres pequeñas capillas dedicadas a Amón, Mut y Jonsu.