El científico y escritor Isaac Asimov aseguró que el aburrimiento iba a convertirse en la principal enfermedad de nuestra época, hasta tener consecuencias mentales, emocionales y sociológicas.
En muchos casos la creatividad está colapsada y en ocasiones si es crónico o prolongado en los años, hay falta de energía.
Sobre él han escrito Søren Kierkegaard, Arthur Schopenhauer, Friedrich Nietzsche y Neil Postman.
Filósofos y moralistas han insistido sobre este temple de ánimo, vinculándolo a un sentimiento que tiene como correlato lo cósmico.
Todo ello queda plasmado en su célebre frase, “La vida humana oscila como un péndulo del sufrimiento al aburrimiento”.
Uno de los tres primeros niveles o formas en que se puede vivir la existencia humana.
En su «Televisión» (1973), editado por Anagrama en español, Jacques Lacan despliega las seis pasiones del alma que propone frente a las de Descartes.
Necesitar esa Otra cosa es un signo de aburrimiento y, tal como el aire que respiramos, llegará a decir Lacan, vivimos esa dimensión, en la que no se piensa lo suficiente, desde el nacimiento.