Puesta la harina en un extremo de la artesa en que se ha de amasar, coge la cernedora una porción con el cedazo y mudándose al otro extremo, lo mueve y vuelve entre las manos hasta que no pasa nada por la tela.
Echa entonces el salvado en una vasija colocada cerca de ella.
Toma nueva harina y continúa la misma operación hasta concluir.
En los cedazos hay tres o cuatro divisiones, según la especie de pan que se quiere hacer y en el cajón otras tantas como telas diversas cubren el cilindro de manera que cada división de tablas del cajón forma una especie de cofre separado que recoge una harina relativa a la finura del tejido que cubre el cilindro en esta parte.
Pero si era de lienzo, una cuerda sola bastaba para cerrarlo: la propia tolva podía tener un bastidor en su base.