Fue dirigido por Gaspar de Figueroa y se destacó como cuna del arte en la región, produciendo obras influyentes y formando artistas relevantes de la época.
Durante el auge del taller, se realizaron numerosas obras religiosas para iglesias y conventos, pero también se introdujo una ampliación temática con retratos de figuras prominentes como Hernando Arias de Ugarte y Fray Cristóbal de Torres, marcando una transición hacia un arte más variado.
La producción del taller estuvo marcada por la influencia del Barroco español y el uso de grabados flamencos como referencia.
Además, el taller funcionó como un puente entre las tradiciones artísticas europeas y el surgimiento de una identidad local en la Nueva Granada.
Su legado perdura en las colecciones de arte colonial en museos e iglesias.