A pesar de que entre los romanos existían otros trofeos y condecoraciones de gran valor (como los estandartes o las quillas de las naves enemigas), los spolia opima se consideraban como el trofeo más honorable que se podía obtener y concedían gran fama al general que los conseguía.
Durante la historia de Roma, los romanos sólo reconocieron tres casos en los que los spolia opima fueron otorgados a un general.
[3] La ceremonia de los spolia opima fue un ritual de la religión estatal que se cree emulaba a las ceremonias arcaicas realizadas por el fundador Rómulo.
[4] Durante los años tempranos del gobierno de Augusto (todavía conocido como Octaviano), Marco Licinio Craso derrotó a un líder enemigo en combate singular en Macedonia y fue candidato a celebrar el honor de los spolia opima.
[5] Dicho hombre era nieto del triunviro Marco Licinio Craso, quien había muerto en la desastrosa batalla de Carras en el año 53 a. C. Su ilustre linaje político le convirtió en un rival potencial para Octaviano, quien bloqueó los honores.