Las civilizaciones alrededor del mundo utilizan sombra de ojos, principalmente las mujeres, pero también los hombres en algunos casos.
En promedio, la distancia entre las pestañas y las cejas es el doble en tamaño en las mujeres que en los hombres.
Así, las sombras de ojos más pálidas agrandan el área y dan un efecto muy femenino.
Más tarde comenzaron a utilizar tinturas para darle color a la piel, al cuerpo y al cabello; delineaban sus ojos y sus cejas, además de aplicarse polvos en las mejillas.
Se empleaban espejos de plata o cobre para aplicarlo en una forma uniforme.
La exportación y venta de estos elementos formaron parte importante en el comercio por el Mediterráneo.
Más que utilizarse para alejar los malos espíritus, en el imperio romano se veía como una mera cuestión estética y de moda.