Después de tomar la fortaleza de Mazara del Vallo pusieron sitio a Siracusa, la capital de la provincia de Sicilia.
El sitio comenzó a finales del 827 y duró hasta el verano del 828.
Durante el asedio, las tropas musulmanas sufrieron grandes bajas debido a la escasez de víveres, además debieron afrontar una epidemia de peste que acabó con la vida con muchos combatientes, incluyendo a su comandante Asad ibn al-Furat, que murió durante el asedio.
El nuevo comandante Muhammad ibn Abi'l-Jawari desistió del asedio al no poder tomar la ciudad y regresó con el resto de sus tropas a África.
La victoria permitió al Imperio bizantino conservar Siracusa hasta el año 878 en que cayó en poder de los aglabíes.