Los activos financieros son aquellos títulos o anotaciones contables emitidos por las unidades económicas de gasto, que constituyen un medio de mantener riqueza para quienes los poseen y un pasivo para quienes lo generan.
El sistema no exige, en principio, la existencia de un espacio físico concreto en el que se realizan los intercambios.
Estas instituciones pueden generar recursos financieros, no limitándose a realizar una simple función de mediación.
[2][3] En el siglo XX el crecimiento del nivel de ingresos destacó, la estratificación entre los países ricos y pobres, entre las clases socioeconómicas y demás, se amplió y para esto la población mundial más rica del mundo (la cuarta parte del mundo) el PIB per cápita aumentó casi 6 veces su valor.
(Gobierno Federal, 2015) Esta iniciativa es bastante interesante y de ser aplicada de manera adecuada, se pueden lograr grandes cambios para impulsar al país al invertir de manera correcta y como siempre debió ser, los recursos obtenidos por cada estado e institución gubernamental.
Al educar a este sector del país en términos financieros, se lograran diferentes cosas, entre ellas:[5] A finales del 2005, la OCDE publicó un estudio en el que se analizaban diferentes encuestas acerca de la educación financiera, estas se realizaron en los países pertenecientes a la organización, entre otros datos se encontró lo siguiente:[6] “A pesar de los resultados, es alentador que encontrar que algunos programas de educación financiera que se han evaluado son razonablemente eficaces.
pensiones, seguros, gastos de salud etc.) y los asigna a personas individuales.
Muchos de estos investigadores argumentan que la educación financiera debe ser más crítica y debe tener un enfoque más amplio, además debe ser una educación que apoye a las personas a entender mejor la injusticia del sistema y la exclusión, en lugar de entender el fracaso financiero como un problema individual y el carácter del riesgo financiero como apolítico.