Estos se caracterizan por la existencia de arribes o profundas depresiones geográficas en los cursos del río Duero y sus afluentes Águeda, Esla, Huebra, Tormes y río de las Uces.
Cuenta exclusivamente con las presas españolas de Aldeadávila, Almendra, Castro, Ricobayo, Saucelle y Villalcampo,[1] pues la denominación «Saltos del Duero» solo se utiliza para denominar estas presas,[1] aunque hay que destacar que, en la misma zona y con similares características, se sitúan las presas portuguesas de Bemposta, Miranda y Picote.
El capital inicial fue aportado principalmente por el Banco de Bilbao y el empresario Horacio Echevarrieta.
En 1944, Saltos del Duero se fusionó con Hidroeléctrica Ibérica para dar lugar a Iberduero.
[4] Saltos del Duero fue la empresa encargada de construir el aprovechamiento hidroeléctrico del río Duero y en la actualidad da nombre al conjunto instalado en su tramo fronterizo.
Sin embargo, debido al elevado coste del proyecto y a los problemas diplomáticos y medioambientales que podría causar, este proyecto nunca se llevó a cabo.
El profesor alemán Theodor Rehbock asesoró a los ingenieros españoles en el proyecto preliminar.
Constituyen lo que se conoce como Aldeadávila I, la primera de las dos centrales existentes hoy.
Aldeadávila fue un proyecto innovador y de récord para la época, la primera central hidroeléctrica que se construía bajo el suelo, horadada en la roca, en un espacio en el que cabría la catedral de León.