Se trata de un movimiento lento y sensible, sentimental a la par que sentido.
Esta tensión se desvanece con la intervención de la flauta y la vuelta del primer tema del movimiento, que termina de una forma relajada y tranquila.El tercer movimiento, un scherzo, es típicamente 'Arnoldiano'.
El movimiento toma un camino ascendente muy potente que progresivamente da paso a una vuelta del tema principal del segundo movimiento de la sinfonía a un volumen mucho mayor y más dramático.
Tras su desarrollo íntegro y un crescendo de la orquesta al completo, la sinfonía cae en un final más tranquilo pero de aire triste, en el que la cuerda en pianísimo forma un colchón armónico, dejando el protagonismo a las campanas que hace sonar la percusión y que ya habían sido empleadas en el primer movimiento.
Hoy es considerada por muchos su mejor obra y una de las más significativas sinfonías inglesas del siglo XX.