En 1931, tras la proclamación de la República, la familia volvió a España y se instaló en Barcelona.
Allí comenzó su relación con el movimiento anarquista, al tiempo que trabajaba en un laboratorio químico, y como periodista escribiendo artículos para diversos medios de comunicación.
[1][2] Durante la guerra civil española, como militante de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), sus colaboraciones aparecieron en la revista Umbral, ilustradas por los dibujantes Viejo y José Horna.
Una crónica sobre el éxodo de Teruel fue ilustrada por la fotógrafa Kati Horna, una colaboración que continuó en el exilio.
[7] Al ser madre en 1942 de su hija Silvia, escribió otro diario en el que reflejaba su maternidad, Madréporas, publicado en 1944.