Sierpes (Sevilla)

[1]​ La calle, con carácter peatonal desde el siglo XIX, es relativamente larga, rectilínea y desigual en su anchura.Con el final de la primavera y la llegada del calor, se colocan toldos a la altura de las azoteas, con lo que ésta y otras calles próximas quedan cubiertas por la sombra, para resguardar a los viandantes, hasta la finalización del verano.El escritor, no historiador, José María de Mena, la cuenta del siguiente modo: En el siglo XV comenzaron a desaparecer niños de la ciudad y la gente no sabía la causa.[4]​ Alonso ordenó que se sacara a la serpiente y se expusiera durante un tiempo en la calle Espaderos, yendo gente a verla de todas las collaciones o barrios de Sevilla.[5]​ En los márgenes se levantaron varios conventos durante los siglos XVII y XVIII.En ella estuvieron presos escritores como Miguel de Cervantes (en torno a 1594) y Mateo Alemán.[7]​[3]​ La calle Sierpes es nombrada en diversas obras literarias, como por ejemplo en la comedia de Cervantes titulada El rufián dichoso donde dice que un francés jorobado llamado Pierres Papin tenía allí una tienda de naipes.Felipe II visitó la ciudad en 1570 pasando por diversos lugares del centro, entre los cuales estuvo esta calle.[8]​ A partir mediados del siglo XIX, se acometieron diversas obras para su ensanchamiento y alineación.Fue dotada de luz pública a gas en 1854 y en 1927, se derribaron tres casas en su final en la plaza de San Francisco, hasta alcanzar su fisonomía tal como se conoce en el siglo XXI.
Vista de la calle sierpes entre 1910 y 1918 en su confluencia con la plaza de San Francisco.
La calle Sierpes hacia finales del siglo XIX o principios del XX , con gran afluencia de personas.
Edificio la Catalana, del arquitecto José Espiau y Muñoz.
Sombrerería Maquedano, fundada en 1910.
Papelería Ferrer, fundada en 1856.