La segunda guerra remensa tuvo lugar en el Principado de Cataluña entre 1484 y 1485.
[9] Los campesinos remensas se resistieron a cumplir la constitución Com per lo senyor.
Desvern estaba recorriendo el valle de Amer reclamando censos y prestaciones atrasadas a los payeses.
Al parecer las autoridades temían que su ajusticiamiento provocara un nuevo levantamiento remensa.
[26][27] Pocos días antes el lugarteniente había recibido una carta del rey Fernando, fechada el 13 de octubre, en la que este mostraba su preocupación por lo sucedido y le ordenaba actuar: «Por ser caso de tant feo exemplo es mucho necesario vos deys forma com en ello se faga hun exemplar castiguo; e, por tanto, si partido no sereys para al Ampurdan, vos rogamos y encargamos luego partays y trabajeys en hauer a vuestras manos al Joan Sala de Granollers».
A su paso fueron provocando el levantamiento de más campesinos a los que Sala prometía la exención completa de cualquier pago o prestación a los señores, por lo que quedarían como dueños absolutos de sus tierras, y además les decía que su causa estaba apoyada por el rey Fernando II ―la entrada en los pueblos se hacía al grito de «visca el rei», ‘viva el rey’―.
Además en cada localidad que lograba sublevar nombraba un lugarteniente suyo a quien los lugareños debían jurar fidelidad y homenaje.
Entonces Sala estableció su campamento a tres kilómetros al norte de la ciudad para desde allí dirigir el asedio.
Tras sublevar la zona de Vich Bartolomé Sala se dirigió a la comarca del Vallés donde intentó apoderarse de Granollers y tras fracasar en su propósito merodeó por Montmeló y Montornés, localidades próximas a Barcelona.
El edicto real fue inmediatamente publicado por orden del lugarteniente general de Cataluña y se le hizo llegar a los rebeldes.
Este llegó hacia el 16 de enero, reuniendo entre los dos caudillos remensas unos mil hombres.
[41][42] Así describió este organismo en una carta enviada al rey la tensión que se vivía en Cataluña aquel enero de 1485:[43]
Por su parte Pere Joan Sala también manifestó su posición contraria a la concordia cuando se entrevistó en Llisá con los síndicos remensas que la habían negociado en la corte.
«Ante el futuro ―afirma Vicens Vives― se abrían para Sala dos caminos: o aceptar los puntos de vista del soberano y, favoreciendo el compromiso, envainar la espada y acogerse a la justicia o a la magnanimidad del monarca, o bien proseguir la revuelta hasta el triunfo y la derrota.
Quizá por fidelidad a su estrella o por creer que una victoria sobre el ejército real le haría dueño indiscutible de la situación y en circunstancia de imponer “su” compromiso a los nobles y al monarca».
Desde allí se dirigió a Granollers que consiguió ocupar el día 4 o 5 de marzo.
Llegó por la tarde de ese mismo día e inmediatamente se produjo un combate encarnizado entre los dos ejércitos.
Allí los congregados acordaron deponer las armas y discutir la propuesta de concordia del monarca.