La burguesía almeriense del XIX prefería residir en el recién creado Paseo de Almería y sus aledaños, así que este ejemplo de vivienda burguesa ubicada en el malecón del puerto constituye una rareza.
El patio central es cuadrado con arcos de medio punto y articula las dependencias.
La escalera principal se sitúa a un lado del patio para espacio para la faena.
Estilísticamente, se le puede considerar el último edificio genuinamente isabelino de la ciudad y el más hermoso y elegante.
Sufrió daños durante el bombardeo alemán de la ciudad, en 1937, y fue rehabilitado en 1981.