Se cree que surgió alrededor del 50 d. C.; el secutor (perseguidor) estaba equipado de manera similar al mirmilón y, al igual que este, se protegía con un pesado escudo rectangular.
Su armamento lo convertía en una fortaleza y consistía en: El equipo se completaba con subligaculum (taparrabos), balteo (cinturón ancho de cuero), manica (protector de cuero y metal) en el brazo derecho, ocrea (una greba pequeña) en la pierna izquierda.
[1] El casco del secutor, muy característico, era totalmente cerrado con solo dos agujeros redondos para los ojos, para evitar que el tridente del reciario le atravesara la cara, y su parte superior carecía de adornos para evitar enganches con la red.
[2][3] Flama Sirio, muerto a los treinta años, después de haber luchado treinta y cuatro combates, ganando veintiuno, empatando nueve y necesitando missio (ser perdonado) solo cuatro veces.
[5] Sus victorias eran a menudo bien recibidas por sus oponentes vencidos, ya que llevar cicatrices infligidas por un emperador se consideraba señal de fortaleza.