Una vez concluidos sus estudios, fue mayordomo seis años en el monasterio y luego prior del antiguo Convento de San Martín de Madrid y también de Silos, del que fue nombrado abad interino en 1723 al fallecer en ese año su antecesor hasta 1725.
Los cuatro años siguientes fue visitador general y de 1737 a 1741 procurador general; en este último año volvió a ser visitador general hasta que en 1745 lo eligieron de nuevo abad de San Martín de Madrid.
Murió sin acabar su cuatrienio y Silos y San Martín pleitearon sobre a quién correspondía elegir a su sucesor.
Miguel C. Vivancos le atribuye el escrito sobre Silos que en 1724 se envió a los benedictinos de Saint-Germain des Prés (París), quienes pretendían publicar un Monasticon hispanicum.
Asumió activamente el descubrimiento y traslación de las reliquias de santo Domingo de Silos en 1733; luego publicó el relato de los hechos junto a una vida del santo; pero lo importante de esta obra es haber publicado fielmente y por vez primera la Vita Dominici de Grimaldus, la Vida de Santo Domingo de Silos de Gonzalo de Berceo, y los Miráculos romançados de Pero Marín, tres obras clásicas de la hagiografía de santo Domingo de Silos.