Después de que Eulogia se ordenara monja, tomó a su hijo como padre espiritual.
Teodosio subió al pilar y se postró ante el santo, pero éste profetizó una gran espiritualidad en el peregrino.
Decidió entonces llegar al estado de perfección y lanzarse a la soledad en el desierto.
Icella pidió a Longino que Teodosio se estableciese en este lugar.
Dedicó la mayor parte del tiempo al ayuno y a la oración, sobre todo por la noche.
Monjes de diferentes culturas y lenguas se aproximaron al monasterio, que alcanzó gran fama por su dedicación al equilibrio mental y físico de sus habitantes.