Al hacer sus pruebas de mar en 1773 con la división del brigadier Juan Tomaseo, se le detectaron varios defectos, como ser muy rudo en las cabezadas, tener poca velocidad y adquirir demasiada escora, lo que impedía el uso de la artillería del combés.
Sus defectos sirvieron para reformar los planos y corregirlos en los siguientes navíos, comenzando por el San Eugenio.
Retornó a la península en mayo de 1776 a las órdenes del brigadier Juan Soto y Aguilar Montoya, y en 1777 retornó de nuevo al Pacífico.
Una serie de averías debidas al mal estibado de la carga y al deficiente mantenimiento del navío hicieron necesario el retorno del navío a Talcahuano.
Se extrajeron 6 780 255 pesos fuertes, 3349 barras y planchas de cobre.