En 1411 el bloque pasó a Donatello por razones que no se precisan, el cual se comprometió a entregar la escultura acabada «dorada y con todos los ornamentos oportunos» antes del 1 de noviembre de 1412.
Vasari narra algunas anécdotas sobre la estatua, así como la participación en las primeras etapas de Filippo Brunelleschi.
San Marcos está retratado con una cabeza barbuda, de antiguo filósofo, y con un vestido anudado a la cintura.
El pequeño giro del cuerpo está realizado para sobresalir ligeramente la estatua de la hornacina, evitando la rigidez de una posición estrictamente frontal: la mirada del santo parece perderse hacia el lejano horizonte indefinido.
La crítica siempre ha alabado los valores formales de la obra, que traspasa toda la seriedad y moralidad del evangelista, pero comparando este trabajo con el San Jorge, siempre han preferido este último.