Es uno de los santos católicos más populares y su culto se encuentra extendido universalmente.Antonio nació en Lisboa, Portugal,[2] de allí que el Martirologio romano lo llama «Lusitanus».Antonio partió para Marruecos pero enfermó gravemente durante el invierno de 1220, lo que lo hizo retornar.En el trayecto una tempestad violenta desvió su barco a Sicilia, y allí tuvo noticias del Capítulo general convocado en Asís.[1] Fray Graziano lo envió a una pequeña ermita en las montañas del pueblo de Montepaolo para que sirviera como sacerdote.La convicción, cultura y talento de Antonio como predicador se mostraron por primera vez en Forlì en 1222.Luego, fue comisionado por el mismo Francisco para luchar contra la propagación de la herejía cátara en Francia.Se trasladó más tarde a Bolonia y a Padua, por lo que su tarea como predicador lo transformó en un viajero asiduo por el sur de Francia y todo el norte de Italia, pronunciándose contra las herejías.[1] Aquejado por continuas enfermedades, perseveraba en la enseñanza y en la escucha de confesiones hasta la puesta del sol, a menudo en ayunas.De pronto, el cielo amenazó con una terrible tormenta que comenzó a ahuyentar a los feligreses, pero el santo los llamó y les prometió que no se mojarían, y así, efectivamente, la tormenta cayó alrededor de ellos, permaneciendo secos todos los presentes.Treinta años después de su muerte, el sarcófago donde se encontraba su cadáver fue abierto.Esta curiosa tradición ha sido retratada muchas veces en la cultura popular portuguesa e hispanoamericana, aunque la Iglesia católica la considera «superstición».
Capítulo de las esteras
, obra del pintor español
José Benlliure
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San Antonio de Padua predicando a los peces
, obra de
José Benlliure
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